Vamos con la segunda y última parte del reportaje que la agencia francesa “Photo Goldner” realiza en Córdoba en 1950. Si en la primera parte hemos visto las fotografías positivadas en papel, en esta veremos la colección de negativos de gran formato (6x6) que tienen aun mayor calidad  que las anteriores.

Pero no es solo su calidad fotográfica lo que hace interesante a estas fotografías, si no, como ya comentamos, el foco que estos profesionales ponen, no tanto en los monumentos, como en la vida que discurre por las calles y plazas de la ciudad. Este es el verdadero valor de estas fotografías, pues si los monumentos de Córdoba están suficientemente documentados en postales, existen pocos reportajes que plasmen como este, la realidad y vida cotidiana del cordobés de la mitad del siglo XX.

Son muchos los datos que sobre esto arrojan las fotografías. Es una Córdoba que empieza a salir de las hambrunas de posguerra, anclada aun en tiempos pasados, apenas hay presencia de automóviles y si de animales de carga. El momento que plasma este reportaje es en realidad el instante en el que comenzará la modernización y el desarrollo de la ciudad hacia la modernidad. Hoy, 70 años después de estas bellas y pintorescas fotografías, Córdoba es una ciudad moderna con todos los servicios y parabienes que el siglo XXI proporciona, y que comparados con estos documentos, dan una idea exacta del enorme esfuerzo que las generaciones de nuestros abuelos y padres, han hecho por nuestra prosperidad. También constata que todo ese progreso que en muchos casos ha desfigurado las estampas históricas de muchas ciudades, ha sabido combinarlo muy bien en Córdoba, respetando nuestra fisonomía que hoy es Patrimonio de la Humanidad.

Dos escenas de la vida en el Puente Romano. En la primera puede verse el recién construido aparcamiento para automóviles. El turismo, que empieza requiere nuevos servicios. La ausencia de vehículos es especialmente llamativa en estas fotos, ya que en ese momento se está construyendo el Puente de San Rafael, que no está terminado, por lo que la N-IV, la carretera que une Madrid con todo el sur de España, son esos adoquines que visten el puente romano.

Esta imagen es recurrente a lo largo de toda la historia de la fotografía en Córdoba, pero también es un acto social de primer orden en la ciudad. Confluir con los paisanos en la Fuente del Olivo del Patio de los Naranjos para recoger agua potable, es aun una rutina en 1950, y nuestros fotógrafos no podían pasarla por alto.

Esta simpática foto de una señorita tocándole el badajo a la campana gorda de la Catedral, nos permite conocer al fotógrafo autor del reportaje. Nos habla también de otros tiempos donde pagando una peseta al campanero, que habitaba la torre y había convertido su salita en una especie de aduana, podíamos echar un buen rato mirando la ciudad a vista de pájaro. También constata esta foto, que aunque antes se llamaban pintadas y ahora graffity, la mala educación es un problema de siempre.

Esta fotografía es realmente interesante, pues nos permite ver cómo era el zaguán de la Casa del Indiano antes de su demolición para construir pisos. Una señora al fondo, barre con una escoba de varillas de esparto el pavimento de bolos de río, única herramienta eficaz para retirar los restos de los animales de carga que aparcan en el patio.

Bajada a la Mezquita por la calle Blanco Belmonte. Seguimos sin rastro de coches o motos.

Iglesia de San Nicolás de la Villa. Una clásica postal. Oh! me ha parecido ver al fondo un ingenio mecánico, si, es una bicicleta!

Es posible que algunos aun la recordéis. Es la vendedora de cupones, popularmente conocidos como "los ciegos". Y ahí está, sin kiosco blindado ni alarmas que la defiendan, tan solo el bastón por si acaso.

Iglesia de San Juan y minarete árabe recién restaurado. El fotógrafo se ha colado en el lado izquierdo de la foto. Esto nos cuenta que los fotógrafos que realizaron el reportaje fueron dos. Oh! al fondo se ve otro ciclista, está claro que el futuro está a punto de llegar.

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